La Chanca – Español

El Barrio de La Chanca

La Alcazaba de Almería, un castillo morisco elevado sobre la ciudad, avista el barrio de La Chanca. Es una zona históricamente empobrecida creada con pequeñas viviendas construidas en las colinas a las afueras de la ciudad. Los habitantes pintaban sus casas utilizando cualquier ingrediente que estuviera disponible, dando como resultado un conjunto verdaderamente multicolor. Sus ruinas todavía recuerdan las operaciones mineras y de transporte realizadas durante el siglo XIX que se realizaban desde la montaña hasta el puerto más cercano. La Chanca ha sido el hogar de una población muy diversa, incluyendo pescadores y sus familias, una fuerte comunidad de gitanos y más recientemente emigrantes procedentes de Marruecos.

Juan Goytisolo, uno de los escritores españoles exiliados más influyente de España, describió la vista desde la Alcazaba en 1962:

“El barrio de La Chanca se agazapa a sus pies, luminoso y blanco, como una invención de los sentidos. En lo hondo de la hoya las casucas parecen un juego de dados, arrojado allí caprichosamente. La violencia geológica, la desnudez del paisaje son sobrecogedoras. Diminutas, rectangulares, las chozas trepan por la pendiente y se engastan en la geografía quebrada del monte, talladas como carbunclos. Alrededor de La Chanca, los alberos se extienden lo mismo que un mar; las ondulaciones rocosas de la paramera descabezan en los estribos de la sierra de Gádor. El descubridero abarca una amplia panorámica y el observador se siente un poco como el Diablo Cojuelo. Los habitantes del suburbio prosiguen su vida aperreada sin preocuparse de si los miran desde arriba. De vez en cuando, un guía pondera las maravillas del lugar y los turistas se asoman por las almenas y lo acribillan con sus cámaras.”

La Chanca tiene una historia compleja en relación a los fotógrafos y la fotografía. El libro de Goytisolo no incluye ninguna fotografía. De hecho, un familiar que visitó le hizo un comentario sobre una pareja francesa que habían estado por allí con una “máquina de retratar”. La abuela quería que los nietos se lavaran y se vistieran adecuadamente para la fotografía, pero los turistas le dijeron que no era necesario, que preferían fotografiarles con su aspecto desaliñado. Hicieron más de 100 fotografías. La abuela confesó luego a Goytisolo que no entendía las intenciones reales de esos fotógrafos. “A veces una hace las cosas sin comprendé…”, le dijo, “Creo que si vinieran ahora les maldeciría.”

Carlos Pérez Siquier comenzó a fotografiar las calles y gentes de La Chanca en 1957. Visitaba el barrio durante los fines de semana mientras estaba libre de su trabajo diario en un banco local. Con fondos limitados, en ocasiones utilizaba piezas de deshecho de película sin usar de las grandes producciones de cine en Almería. Pérez Siquier explicó posteriormente en una entrevista años después que su intención no era denunciar las condiciones de La Chanca o dirigir un estudio sociológico, sino simplemente mostrar a las personas tal y como son y revelar su dignidad ante circunstancias difíciles.

“Mi atención va dirigida a la vida diaria, en todas las manifestaciones visibles. No es el hecho inusitado o extraño el que más atrae mi mirada, pues su valor depende mayormente de lo inesperado. Es lo cotidiano y sencillo, lo auténtico en su vulgaridad lo que quiero hacer resaltar más intensamente.”

Las imágenes de Pérez Siquier fueron parte de un nuevo movimiento fotográfico que surgió en España durante los años 50 y 60. La nueva fotografía rechazaba las imágenes oficiales que daban un tono romántico al paisaje español y a la vida tradicional de los pueblos. En su lugar, favorecieron el realismo y se centraron en comunidades marginadas y en la periferia urbana. Junto a Madrid y Barcelona, Almería se convirtió en un escenario perfecto parar la vanguardia fotográfica. Las imágenes de Pérez Siquier de la Chanca aparecieron por primera vez en Afal, una revista fotográfica muy influyente publicada fuera de Almería.

El libro de Goytisolo fue publicado clandestinamente en París y durante años no estuvo disponible de manera pública en España. Cuando finalmente apareció su primera edición española en 1981, bajo el nuevo gobierno democrático, una de las imágenes de Pérez Siquier aparecía en la portada.

En los últimos años, la Chanca está siendo núcleo de la atención internacional por su modelo único de organización e integración social. Los servicios públicos urbanos no llegan hasta las escarpadas y sinuosas calles a lo largo de la colina, por lo que los residentes han desarrollado cooperativas para limpiar y mantener los espacios públicos. La escuela pública imparte clases de cultura e idioma árabe, y los estudiantes aprenden la historia diversa de la región a través de actuaciones musicales y festivales. Al mismo tiempo, sin embargo, el barrio permanece aislado del resto de la ciudad. Una organización local está trabajando para obtener el reconocimiento de la UNESCO como lugar de Patrimonio de la Humanidad.

Declaración Artística

Mi interés en el barrio de La Chanca es por un lado personal y por otro conceptual. Tengo una relación personal con la región. La familia de mi madre es de Almería. He estado viajando allí desde que tengo uso de razón. Visité los barrios de la ciudad cuando era niño y he visto el paisaje cambiar radicalmente durante los años según la región se ha ido desarrollando.

Profesionalmente, me he formado y trabajo como epidemiólogo, que, en ocasiones ha servido como fuente de información para mi trabajo artístico. Los epidemiólogos estudian los patrones de la salud y las enfermedades en las poblaciones humanas. Lo que significa que, en lugar de centrarse en el individuo, estudian grupos de personas y el entorno que les rodea. Al final, los epidemiólogos investigan para entender las causas – sociales, económicas y ambientales, así como las biológicas – que se encuentran detrás de los patrones que observamos en la salud y en las enfermedades.

En mi fotografía, a menudo me centro en la arquitectura y su relación con el paisaje que la rodea. Por otro lado, también estoy interesado en lo que las reliquias arquitectónicas pueden contarnos y las fuerzas invisibles sociales y económicas que conllevaron el crecimiento o el abandono de las comunidades humanas. El paisaje de Almería es duro y despiadado. Es un desierto, más como el norte de África que Europa, pero la región, por supuesto, tiene vida. Almería ha servido durante muchos siglos como pasarela entre África y Europa y ha sido testigo del ir y venir de innumerables civilizaciones. Sirvió como uno de los puertos más importantes del mundo cuando los Moros controlaron España. El paisaje está repleto de ruinas que describen toda la historia, desde asentamientos prehistóricos, ruinas romanas, castillos moriscos y una industria minera del siglo XIX.

Desde el punto de vista personal, crecí escuchando las historias de la vida rural de mi abuela en España. Nunca logró adaptarse a Estados Unidos y su inglés era muy limitado. Aun así nos contaba historias de su niñez en los desiertos de Almería, que sonaba distante y como de otro mundo para mí. Además, la Almería que ella conocía casi ha desaparecido. El barrio de la Chanca aún conserva muchas casas y detalles arquitectónicos del pasado. Ya pesar de los cambios profundos, todavía mantiene una conexión con aquel tiempo perdido. Parte de mis aspiraciones por llevar a cabo este proyecto es intentar conectar este lugar con los orígenes de mi propia familia. Pero estas imagenes además sirven como recordatorio de la temporalidad de nuestros lazos a la tierra y como una evidencia de los cambios económicos y sociales que dirigen la migración humana, incluida la de mi propia familia.


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